Hay en nuestro país todo un abanico de creadoras atractivas cuyos aportes el mercado expulsa en su visibilidad. Pulverizan las certezas, inquietan a un lector inseguro de lecturas o, en todo caso, acostumbrado a un tipo de ficción ligera. Tomo el ejemplo de una de ellas: Liliana Heer. Una autora radicada en Buenos Aires, de un núcleo semántico duro en su poética, que no hace sino tener en vilo a sus lectores y lectoras. De modo que en este artículo me propongo indagar en un universo poético lleno de emociones difíciles, complejas, violentas.
La poética de Liliana Heer es una de las más voces más originales y renovadoras de la literatura argentina contemporánea. Y esto viene sucediendo desde sus libros “de comienzos”. La suya no fue una opción tardía o, en todo caso, la construcción improvisada que no maneja con destreza los recursos literarios. Una poética a la avanzada, heterodoxa, iconoclasta o que eluda al mismo tiempo espacios, tiempos en momentos de crisis de desestabilización del sujeto varón o mujer. Veamos por qué.
A mi juicio combina un profundo y completo conocimiento del psicoanálisis (es miembro de la Escuela de Orientación Lacaninana y de la Asociación Mundial del Psicoanálisis), en diálogo con disciplinas artísticas, no solo la literaria. Esta convivencia de disciplinas sociosemióticas vuelve su obra más atractiva (y también más difícil de desentrañar). El cruce de formas discursivas (de prácticas culturales también) pertenecientes a las distintos campos artísticos, tanto del orden de lo verbal como de lo audiovisual favorecen una poética con afán de experimentación, que hace estallar las formas tradicionales del género novelístico. Esto consolida un lenguaje poético de una alta densidad sémica y sintáctica. Heer escribe una inconfundible Heer.
Ahora bien: ¿Por qué aludo a su condición de psicoanalista en medio de una reseña breve sobre su poética? Pues porque en muchas de sus obras, subjetividades y cuerpos están heridos o son dañados, son o han sido torturados, lastimados, mujeres o jovencitas violadas, dan la pauta de que está familiarizada con el universo del sufrimiento y el del dolor. La experiencia psicoanalítica sabemos que tiene por objeto reducir el sufrimiento destructivo. Protagonizan sus tramas, por momentos agresivos o violentas, personajes que suelen ser disfuncionales al sistema o que lo transgreden. También resulta evidente su trabajo con los vínculos entre las personas, los parentales o los sociales en general, dato en el que el psicoanálisis naturalmente ocupa un protagonismo superlativo. Ser un escritor consagrado exclusivamente al arte poética, a la crítica literaria o bien a la teoría literaria (seguramente campos de trabajo que ella no desconoce), como en mi caso, circunscribe el tipo de ficción por uno realizado a una perspectiva más pobre: la literatura entra en diálogo con más literatura o con su teoría. El psicoanálisis en cambio garantiza que esa productora cultural además de escribir, esté atravesada por toda una serie de experiencias clínicas que la hacen ser testigo del padecimiento sin solución. Las subjetividades heridas no son eludidas. Y en este conocimiento también hay un saber de patologías o una descripción de un catálogo de patologías o bien un invenciones de la enfermedad o el casos interior. Heer llega a la literatura desde otros paradigmas. Venir del psicoanálisis en cambio la acerca a un nuevo tipo de experiencia social. Ella sabe dónde estriban los orígenes, cuáles son sus consecuencias, qué repercusiones tiene cada encuentro o desencuentro en la alteridad del género humano.
Heer se conduce con una obstinada búsqueda de renovadas formas de nombrar un universo poético (por lo pronto el suyo), en el cual ingresa el orden de lo referencial. Su referente imaginario confluye en una nueva clase de intercambios sociales heterodoxos en sus ficciones, en ocasiones reflejándose su práctica y su formación psicoanalítica en el tipo de prosa por la que ella realiza sus búsquedas. Discurso psicoanalítico y texto literario se imbrican: el segundo puede que genere las grandes tramas, pero el psicoanálisis también demarca un territorio relativo al psiquismo que a un autor le puede ser muy útil, atractivo y de una enorme riqueza a la hora de la creación. La sexualidad, en ocasiones perversa o degradante, que suele castigar a varios personajes, por lo general está presente en su poética, en donde no faltan, entre otras líneas argumentales, un cierto panorama en el cual ingresan, con sus consecuencias en los sujetos (varones y mujeres) un manto de deseo con necesidad de ser satisfecho incluso mediante la fuerza. También personajes alienados y manicomios, cárceles, no están ausentes del orden semántico de su poética. En una de sus vertientes de mayor riqueza, Liliana Heer estudió teoría del Cine Clásico, Moderno y Neobarroco y escribió guiones para cortometrajes, entre otros, Dibujar un elefante en base al recuerdo de los mirlos (dirigido por Rubén Guzmán). Entrevistar a Liliana Heer (en mi caso en dos oportunidades), depara enormes sorpresas y gratificaciones. También nos depara una prosa compleja. Uno sabe que su inteligencia (su escucha ¿por qué no? también cuando escribe escucha) será ella la que guíe de modo eficaz la conversación hacia las zonas más profundas de la condición humana, las patologías, la sexualidad, el lenguaje con su búsquedas, las tramas que confiesa en la entrevista cómo han nacido, cómo han sido escritas. Hay conocimientos evidentes que ella no manifiesta, no expresa, al estilo de la teoría del iceberg o de la teoría de en las novelas de David Lodge, guarda para sí mucho más de lo que revela en sus libros. Encubrir lo que se sabe para que la obra no se sature, es una estrategia sabia. Sus argumentos no son lineales ni unívocos. Estoy trazando un panorama muy general, soy consciente de ello, pero trato de encontrar en su poética lo más interesante que alcanzo a verificar. Tiene con Juan Carlos Martini Real un libro de ficción crítica sobre un texto de James Joyce, el que escribieron y que editaron: Giacomo-El texto secreto de Joyce. El cine, como dije, que ha estudiado, cumple un punto fundamental no tanto en la fábula (pese a que bien puede haber intertextualidad) sino en el discurso literario, el modo en que se disponen sus recursos y se arma su montaje. Por detrás de esa galería de personajes en ocasiones heridos, enfermos, lastimados, dañados o agredidos, Liliana Heer toma partido no desde la parábola moral sino desde su compromiso con una literatura compleja que no accede a escribir ficciones que beneficien al simplismo del mercado. La poética de Heer pone al lector o lectora en un lugar de suma actividad para decodificar sus signos (pero también de incomodar con sus argumentos) para comprender esa prosa de enorme profundidad conceptual y sensible. Liliana Heer nació en Esperanza, Santa Fe, en 1943. De modo que proviene de una periferia (geopolíticamente hablando, quiero decir) en la que su poética sin embargo conquistó un lugar de privilegio en la literatura argentina (si bien no de demasiada visibilidad pública, dicho sea de paso). Tiene también libros sobre Macedonio Fernández, el citado Joyce y escribió Hamlet y Hamlet, una versión argentina de este clásico, según una variante totalmente personal. Y se abren algunas preguntas: ¿de qué modo la época isabelina puede entrar en coloquio con la de la poética de una del siglo XXI.
Su prosa es densa desde el orden de los significados sociales. Es una literatura que no anda detrás del golpe efectista con el objeto de fácil fórmulas para benficiarse con los lectorados. No se traiciona ni traiciona a sus lectores. No está dispuesta a perder su esencia con el objeto de comercializarse. Tampoco está pendiente de premios o galardones, sino que más bien Liliana Heer trabaja en silencio (también los silencios sociales), con intensidad creativa, con un alto nivel connotativo y polisémico con su prosa de la lengua española en permanente estado de ebullición. No hace falta sino apreciar también los libros de poesía escritos en coautoria con el poeta y editor Guillermo Saavedra: Diario de viaje de Pretty Jane (2016) y Amor aleja (2020), una nueva vertiente para seguir creando desde nuevas experiencias estéticas (también escribir en colaboración convengamos que supone más experimentación aún, si bien no es nueva para ella). Este giro parcial hacia la poesía, a mi juicio debe ser leído como la exploración de una creadora en el seno del discurso literario que prosigue por otros medios el estallido de las formas, desde nuevas discursividades. Toda su obra no es sino un burbujeante estallido, de una poética que de modo permanente fuerza sus propios límites, buscando franquearlos. Otros de sus títulos son: Bloyd, La tercera mitad, Frescos de amor, Pretexto Mozart, Neón, Capone en septiembre. Leer a Liliana Heer es una experiencia única, inconfundible. No deja de resultar sorprendente recorrer sus obras. Psicoanálisis, cine, experimentación creativa en la literatura también desde la transgresión. No concibo mejores campos en los que investigar, conjugados, creativamente hablando, para luego producir sus propios textos (no solo de poesía y narrativa, sino también sus otras vertientes creativas, como el teatro). Liliana Heer no traiciona ni traiciona a sus lectores ni a sus lecturas. Puede trabajar en paz, distante del ruido del mundo. Y en ocasiones, abordar temas duros o conflictivos duramente. Creo que su historia con los discursos sociales consiste en nombrar el mundo con palabras nuevas, sin perder, dicho sea de paso, le disidencia o aprobación de un canon. La de Liliana Heere, en cuatro palabras: es una poética radical.
Adrián Ferrero
Nació en La Plata en 1970. Licenciado y doctor en Letras por la Universidad Nacional de La Plata. Narrador, poeta e investigación, ha editado una compilación de narrativa argentina y un libro de entrevistas a escritoras argentinas contemporáneas, que obtuvo una Mención de la Secretaría de Cultura de la Nación. Becario de la Universidad Nacional de La Plata, ha publicado trabajos académicos en Francia, Alemania, EE.UU., España, Israel, Brasil y Chile. Cuentos suyos han sido publicados en revistas académicas de EE.UU. en español o en traducción al inglés. Ha sido distinguido con numerosos premios, entre ellos en el Concurso Ana Emilia Lahitte de la SADE Filial La Plata, en el género ensayo.