Adela Basch: cuando las palabras cantan

Adela Basch (Buenos Aires, 1946) es una reconocida dramaturga, narradora y poeta, cuya nota dominante, además de trabajar con su literatura, sobre todo, en el campo de la literatura para niñas/os (también, para adultos), es alguien que ha adoptado un fuerte compromiso con las escuelas, bibliotecas públicas y las ferias del libro argentinas. También, con la literatura y la historia de la Argentina y América Latina. El humor, el juego y el desparpajo son algunas de las notas más conmovedoras de su poética.
Me interesaba exponer en este trabajo un panorama general, pero, también, que fuera representativo de una parte de la producción de algunas líneas creativas de la escritora argentina Adela Basch. Es cierto que su obra es profusa y que se vuelve difícil concentrar en tan apretado espacio los rasgos más destacadas de su poética. Pero, haré al menos una aproximación crítica somera al menos a algunas de las vertientes de su escritura.
La primera obra de teatro que Adela Basch escribió es Abran cancha que aquí viene Don Quijote de la Mancha (1990). Se trata, naturalmente, de una parodia. En cuya cara parodiada (el clásico mayor de la lengua española) y en su cara parodiante, de algún modo, ambas mantienen una sintonía incuestionable. Y diré por qué. La obra de teatro de Basch se sirve del humor, los juegos de palabras, la ironía, el nonsense y, selectivamente, toma del clásico de Cervantes algunas escenas que despliega en el espacio de su dramaturgia. Convengamos que el Quijote no es una novela sin humor. La rima será un recurso que Adela Basch maneja como nadie. Y, también, es estímulo que para un niño o una niña que resulta atractivo, cautiva su interés e invita a ejercer la función lúdica.
Existen otras obras de Adela Basch alimentadas por un diálogo intertextual y paródico de un clásico. Me refiero a ¡Que sea la Odisea! (2003). Esta vez, el elegido será una epopeya de la Antigua Grecia. Nuevamente, Basch se servirá eligiendo las escenas según un criterio que considera entiendo yo que de los más seductores para la sensibilidad infantil y, con su obra, hará de Ulises un protagonista novedoso de su teatro.
De modo que tenemos un conjunto de obras (del cual solo he tomado dos ejemplos, hay varias más) en las cuales la intertextualidad explícita es uno de sus recursos más frecuentes. Luego, habrá todo un ciclo de obras en el cual piezas de teatro de asunto histórico serán el componente que con mayor intensidad es desplegado por Basch. Menciono aquí algunos títulos, como, Colón agarra viaje a toda costa (1992), José de San Martín, caballero de principio a fin (2001) o bien Belgrano hace bandera y la sale de primera (2005). Si bien hay otros casos de este hacer, me concentro en estos tres casos paradigmáticos. En el de Colón resultará curiosa la relación con España porque si con la obra del Quijote trazaba con afán lúdico una serie de aventuras desopilantes, en el caso de Colón, con personaje de existencia constatable, entra en contrapunto con otra de sus obras, más recientes, En los orígenes, los aborígenes. Los pueblos originarios hacen teatro en nuestro escenario (2013). La mirada sobre España será, esta vez, una desencantada, producto de una perspectiva crítica sobre la conquista de América. Adela Basch, en estas, contesta a los discursos oficiales que toman como referentes a clásicos europeos para concentrarse en la Historia nacional. En el caso de San Martín y de Belgrano las guerras independentistas también hacen contrapunto con el ánimo festivo pero crítico a la vez de que el español ha sido depredador, no descubridor ni inventor sino que ha sido un invasor. El artífice de una masacre aún no reparada. Se nos hace notar que las lenguas indígenas son casi todas lenguas muertas o en proceso de desaparición. La posición respecto de España es ambigua y será dinámica según la autora explore más el tema relativo a la conquista de América. Por un lado, se la celebra como la patria que ha alumbrado grandes obras literarias. Y le permite a ella escribir en esa misma lengua toda una serie de nuevas producciones en ese mismo código verbal que con dificultades o resistencias puede reivindicar como propio, en tanto sabe que esa lengua ha sido verdaderamente invasora, haciendo a un lado las lenguas de los pueblos aborígenes de América Latina. La imposición como lengua oficial, ha sido producto de la violencia contra un conjunto de pueblos inermes. De esa indefensión sacó ventaja y provecho el pueblo español que llegó a América Latina, que no conocía ese nombre.
¿Cómo resolver esta paradoja? ¿Cómo salir de esta trampa? Creo que Basch, a lo largo de todo su proyecto creador, va tomando como punto de referencia a nuevas voces históricas, de existencia constatable. Y hay otras sobre las que ha decidido no regresar. Hacerlo sería un retroceso por sobre la avanzada literaria que se propone en sus piezas de teatro o narrativa, en especial.
Cabe mencionar que Adela Basch es Profesora en Letras por la UBA y que además de dramaturga es narradora y poeta. Poeta para niños y adultos. Nuevamente aquí la rima será un juego permanente en el cual significante, significado, referente imaginario y risas estarán siempre sumamente calibrados. Basch hace estallar el signo porque al referente que designan las palabras queda completamente manipulado por su pluma con vistas a un acto de justicia.
Ya he señalado en trabajos precedentes el modo en que la proliferación significante en el caso de Adela Basch se vuelve una forma de crítica a un uso instrumental de la lengua. Ese uso burocrático o del cual el capitalismo ha coronado al tipo verbal de intercambio que entre sujetos debemos mantener para permanecer por dentro de un sistema a mi juicio alienante. Basch viene a dar en el blanco. Su poética es crítica porque pone en cuestión el tipo de lenguaje literario según el cual ella propone la comunicación sea llevada adelante. La proliferación significante en sus obras introduce una nueva clase de pacto con el lector. Porque ese lector se interrogará acerca de qué tiene de distinto el habla de sus personajes con su propia habla. El universo del niño, la niña, se ve enriquecido, de modo incuestionable, por un lado. Por el otro, de un modo que deja a los más pequeños en situación de experimentar un extrañamiento en la percepción del mundo no desde la emoción angustiosa sino desde ese humor cuya atracción no puede evitar lo capture.
Y el teatro de Adela Basch es un teatro crítico. Mediante la risa desmantela la violencia, el maltrato o el destrato, opera sobre el lenguaje del sentido común, volviendo más cuestionador el discurso literario. Cuestionador del lenguaje desde la perspectiva de su uso. Cuestionador del lenguaje desde una concepción elaborada. Y también al ser motivo de juego, el lenguaje también desordena las emociones en el mejor sentido de la palabra. Es un lenguaje literario que de modo inesperado llega con desparpajo a sembrar lo que parecía tan seguro como una fuente de incertidumbre. El lenguaje al ser desplegado en toda su magnitud sémica y fónica, permite también trazar una colorida forma de percepción de la obra literaria. Con matices, cambios de sentido, una mayor riqueza de sentidos, significantes que como un eco se multiplican libremente hasta límites inconcebibles.
También es cierto que el hecho de que Adela Basch escriba para niños y niñas, sobre todo a mi juicio sienta las bases de subjetividades que en un futuro cercano conocerán la magia del placer de reír con las palabras, de ver personas sobre un escenario (primero, como una hipótesis de puesta, como afirma Griselda Gambaro en la lectura de dramaturgia) de plasmar neologismos o, también, otras formas que sean fuente de mayor perplejidad aún.
Tomar como punto de partida clásicos de la literatura universal o bien figuras de existencia constatable, como los patriotas de América Latina, o bien episodios de la historia político/social continental o de la Argentina, en particular, resulta inspirador para Adela Basch. En este territorio fértil, hunde su pluma. De modo expansivo, a partir de ese texto/fuente, alcanza un texto/meta producto de una revisión hasta configurar una obra final de orden crítico y al mismo tiempo renovadora en su forma y sus recursos. También, con argumentos con contenidos que nos mantienen en vilo por lo que tienen de imprevisible.
La risa, la sonrisa, la carcajada. Esas reacciones que naturalmente afloran frente a un texto de Adela Basch también son el resultado de una pluma que ha demostrado ser maleable para público adulto e infantil y para distintas edades. Cabe aclarar que la fuente de infinita creatividad que es la imaginación de Basch también lo es de una intransigente lucha contra toda forma de autoritarismo, violencia, agresión o emociones destructivas contra víctimas o personas indefensas. El tipo de personajes malvado suele ser siempre neutralizado en sus obras. Y sus masacres o la hora de la guerra suelen ser representados mediante muñecos para que la muerte no afecte a quienes se pueden manifestar impresionables.
Desde hace muchos años que investigo sobre el corpus de Adela Basch. La he entrevistado. Mantenemos intercambios frecuentes. Y sin embargo nunca deja de sorprenderme su infinita capacidad de invención. Su capacidad de prestidigitadora de las palabras. Tanto de tramas atrapantes como de sonidos impresionantes.

Adrián Ferrero
Nació en La Plata en 1970. Licenciado y doctor en Letras por la Universidad Nacional de La Plata. Narrador, poeta e investigación, ha editado una compilación de narrativa argentina y un libro de entrevistas a escritoras argentinas contemporáneas, que obtuvo una Mención de la Secretaría de Cultura de la Nación. Becario de la Universidad Nacional de La Plata, ha publicado trabajos académicos en Francia, Alemania, EE.UU., España, Israel, Brasil y Chile. Cuentos suyos han sido publicados en revistas académicas de EE.UU. en español o en traducción al inglés. Ha sido distinguido con numerosos premios, entre ellos en el Concurso Ana Emilia Lahitte de la SADE Filial La Plata, en el género ensayo.