El hombre no ha de terminar en la Tierra. (Gyula Kosice, en revista Arturo, 1944)
Las profecías refieren lo que sucederá en un pueblo. La adivinación, en cambio, informa sobre sucesos de interés exclusivamente personal. En ambos casos se trata de acontecimientos parapsicológicos, racionalmente indeterminables. Hay profecías a las que se atribuye origen divino. Es el caso de los profetas del Antiguo Testamento. Existe otro tipo de profetas y de profecías, cuyo germen se sitúa en la esencia de la naturaleza humana. “Visiones” que abarcan a todo un pueblo, a una civilización, y que pueden producirse en vigilia, pero también mientras se duerme. Hay, finalmente, quienes anticipadamente señalan rumbos que la Humanidad, o una parte importante de ella, seguirán. No son profetas, no están en comunicación con divinidad alguna, no relatan sueños. Gozan, sí, de una particular sensibilidad, imprescindible para adelantarse a los tiempos. Eso se llama actitud profética. Por “actitud profética” designamos una conducta personal frente a la vida que, de manera reiterada, consigue superar estilos, modas, formas establecidas, mecanismos regularizados, produciendo situaciones inéditas que, en un futuro más o menos próximo, se revelan habituales. Leonardo da Vinci es un ejemplo válido de lo señalado. Entre quienes, en la actualidad, demostraron poseer esta actitud profética como característica distintiva de vida, está el artista plástico Gyula Kosice. La actitud profética en Kosice ya es evidente con Royi (1944), primera escultura articulada y móvil que anticipa el arte cinético. Continúa con la fundación del Movimiento Arte Madí (1946) y la decisión de terminar con el concepto de formas y soportes tradicionales, prefiriendo la interactividad creativa y polidimensional. La utilización del gas neón en esculturas lumínicas (1946), el agua y el acrílico para sus pioneras hidroesculturas de 1948. Esa actitud de Kosice se encuentra, igualmente, en ámbitos distintos del arte. El mundo intelectual y científico no le es ajeno. De qué otro modo se puede, sino, encuadrarse su afirmación: El hombre no ha de terminar en la Tierra, escrito en la revista Arturo, en 1944, cuando los vuelos interplanetarios eran solamente imaginados. En 1972 Kosice sorprendió, una vez más, al presentar las maquetas de su todavía hoy sorprendente Ciudad Hidroespacial. Técnicos de la NASA lo escucharon, respondiendo: “Es posible”. Se referían a mantener suspendidas y desplazables, a baja altitud, donde la atmósfera terrestre existe, aunque debilitada, a pequeñas ciudades aéreas, con los que podrían mitigarse la falta de espacio en la superficie planetaria y sus consecuencias ecológicas. La última concreción de Kosice – las esculturas por computación – probablemente están mostrándonos el arte del futuro. Accesible a todos, fibra óptica y televisor mediante. Arte vivo en el hogar. De ínfimo costo. A disposición de todo aquel que desee disfrutar de la “armonía polidimensional”. Exhibidas en una pantalla por el ingenio de la particular aplicación de chips y electrónica – tal cual hizo en diciembre de 1995 en el Planetario Galileo Galilei de la ciudad de Buenos Aires con sus obras digitales de alta entropía – consigue provocar que sus esculturas aparezcan o se esfumen, o modificar cualquiera de los límites del infinito. El observador se llena de preguntas. ¿Cómo hallar aquí el fondo y el trasfondo? ¿Dónde está la base y cuál es la cúspide? Más misterioso todavía: ¿qué determina su origen? ¿Qué grado de existencia real tienen? Las respuestas estarán disponibles en un futuro cercano, cuando las obras digitales de alta entropía sean de consumo habitual. Para entonces la Humanidad estará habituada a caminar por el Tercer Milenio.
Gyula Kosice nació en Kosice (Eslovaquia) el 26 de abril de 1924 y falleció el 25 de mayo de 2016 en Buenos Aires, Argentina. Fue escritor, poeta e hidroescultor. Miembro activo de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) e integrante de su Comisión Directiva.
Antonio Las Heras
Es doctor en Psicología Social, magíster en Psicoanálisis, socio honorario de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), entidad de la que fue Secretario General (1998/2001) y actual Secretario de Prensa. Es autor de unos 40 libros de ensayo y un poemario. Está editado en la Argentina, México, Estados Unidos, España, Polonia y Rumania. Sus más recientes libros son La Madre María. Biografía de una Mujer Extraordinaria, OVNIS, Los documentos secretos de los astronautas, Psicología Junguiana y Manuel Belgrano y la Masonería.