Mensajes de luz, señales de color y esperanza para la Argentina y el mundo. Los catorce libros de Elena Valdéz
La artista, reconocida por sus psicografías, impulsa la relevancia simbólica del arte para la humanidad.
Lo más natural en la vida de Elena Valdez es canalizar. Comienza de pequeña a hacer trazos. Dibujos automáticos, inicialmente en lápiz o carbonilla. Medios que más tarde son el óleo y luego el acrílico; por su rápido secado. Durante su infancia, ir a dormir no reviste problema alguno. Es como ir al cine. Ve presencias lumínicas, imágenes vívidas y claras, que dibuja directamente.
Si bien es una niña tranquila, su maestra cita a los padres porque “Elenita, se la pasa dibujando gente con alas, túnicas y barbas…”. En la reunión con la maestra, el padre ve el techo lleno de humedad y se ofrece a apadrinar el colegio: –“Soy militar y podría enviar colaboradores para que reparen y pinten la escuela”.
A partir de allí, la discriminación termina. Deja de ser «anormal» el dibujar temas distintos a los que dibujan los demás compañeros. “Creo que fue asistido por los ángeles papá…” comenta Elena, para quien, los domingos de larga misa en latín…. era entrar en una especie de “ensoñación”.
Desde el primer banco de la iglesia, sentada en familia, observa -de mirada a mirada- las esculturas, las figuras de los ángeles, las órbitas de los ojos de Jesús, de María. Al llegar a su casa, mientras aún le resuenan palabras en latín y nombres como Jerusalén, Belén…, sin intelectualizarlo, con automatismo, dibuja ángeles y profetas. Conecta con su amor y su luz.
A los 16 años, canaliza lo que luego, identifica como mapas. En sus dibujos de distintos períodos, surgen temas del acontecer del mundo; que más adelante se conocen como la Guerra del Golfo y la Guerra de las Islas Malvinas, el ataque a las Torres Gemelas en Estados Unidos…
Como vive en Caseros durante la adolescencia, visita con frecuencia a su amigo Ernesto Sábato. «No dibujes solamente, escribí también. Aunque te parezca disparatado. Algún día, lo vas a necesitar…», le sugiere. Cada vez que Elena sale de su casa -llena de libros y plantas por doquier- piensa en los consejos de Ernesto, ya que, si bien dibuja profusamente, no prioriza la palabra por sobre la imagen (muchas veces “muda”, que recibe internamente; sin palabra a la que asociarla).
Un maestro para ella le dice a sus 18 años: “Vos no te preocupes, seguí siendo tal como sos, un canal natural. Otros harán libros de tu obra…”. Algo que más tarde, sucede.
Mientras, la artista guarda cajas con miles de estos dibujos del alma que recibe con precisión en sueños o estado meditativo. Las primeras tres décadas, son psicografías esencialmente predictivas en contenido o la punta de un ovillo de temas diversos; como el cuidado que deberían tener los científicos con los laboratorios.
De los años 70 son las obras Los seres de la era dorada…, los que vendrán, Las metamorfosis del mundo… Aunque en ocasiones, algunos organizadores de muestras dijeran no entender sus dibujos, Julián Luquet de la Academia Nacional de Bellas Artes, la alienta a seguir su camino. A ser ella misma, sin contaminarse con influencias; y así lo hace, es autodidacta.
Para la inauguración del Banco Cooperativo de Caseros, cuya sede tiene una sala de arte, el director de la institución; la invita a hacer una muestra en 1976 con unas 50 obras que luego, son exhibidas en el Salón Nacional de Exposiciones de la Secretaría de Cultura. Luego, expone en la Galería Lirolay, en el Museo de Bellas Artes de Luján, en el Primer salón de Arte Joven auspiciado por la UNESCO, en el Hotel Sol de Bariloche.
Si bien ya había tenido su primera experiencia editorial al realizar el libro Historias de Bariloche, (en homenaje a la labor de cuatro décadas de su primer marido, en referencia a los pioneros de la localidad); una suerte de milagro se da en 1993.
Cuando los libros que más captaban la atención, eran de política; Editorial Planeta hace un verdadero vademécum de más de 300 páginas. Edita el primer libro de psicografías y frases breves con sus dibujos desde 1975 a ese momento, en formato trilingüe (español, francés e inglés).
Víctor Sueiro prologa Los trazos del alma, “obligando” a conocer el contenido…, una obligación dulce, suave, bienaventurada y renovadora. Es como ser besados por un ángel, expresa. Más tarde, librería Kier publica Ciudad Luz. Así, la obra comienza a circular por el mundo.
Entre ciclos donde alterna estar más hacia adentro en introspección o más hacia afuera; recibe una explosión de entrevistas e invitaciones a programas de radio y TV. Asiste al programa de Mirtha Legrand, tiene entrevistas en el Canal Infinito, con Lucía Iurcovich del Hotel Bauen…
Luego de que Canal 9 la llama para entrevistarla, van a su casa. Cuando el periodista entra a “la salita” (como llaman al cuarto lleno de obras), el efecto y la radiancia del color, le da sueño. El camarógrafo sugiere despertarlo, pero lo dejan descansar unos minutos pues el efecto del color, es en verdad, transformador. La entrevista… pasa a otro día. Bella, inolvidable y extensa, la presentan en dos partes; dentro del horario central de noticias.
Ante tanta difusión, comienzan a buscarla por asemejar a Elena, con Benjamín Solari Parravicini -a quien ella no conoce – pero busca un libro de él y si bien percibe similitudes, no las encuentra tanto en referencia a la línea y el trazo.
Don Pedro Romaniuk (quien recepta mucho del legado de Parravicini) y Fabio Zerpa manejan la información de que en 1990 aparecería la sucesora de Benjamín. Al salir el primer libro, llueven llamados para dar con la “sucesora”. Una nota de Koldo Aldai desde España, también trata el tópico abundantemente y a todo color. Si bien hay quienes sostienen que Parravicini no ha dejado sucesores, Valdéz se identifica más como eventual “continuadora” que “sucesora”, en ese campo.
Las ediciones impresas siguen con Almas, El octavo cielo, Psicografías sanadoras, María vino a SanARTE, Yo soy el arcoíris, Mensajes de Luz para la Nueva Era Dorada (con interpretaciones del periodista e investigador Brad Hunter), La estrella, Maestras y Maestros, Manos Sagradas, El libro de Oro, La semilla…
En diciembre de 2023, Elena (devota de la Virgen del Valle de Catamarca por haber tenido una experiencia espiritual allí, en un viaje con su hermana), canaliza 46 imágenes de María con formas de corazones, estrellas… la respuesta interna a ello, es porque hay 46 estrellas en el manto de la Virgen de Guadalupe.
Las imágenes de las Marías «quieren» ser hechas en dorado -cuenta- ya que, atenta a las señales en sincronía cuando piensa en que color pintarlas, sucede que recibe regalos, un bombón… todo, en dorado. Tiene lógica esa excelencia de dar un altar dorado para una Reina… No por la opulencia del oro (aunque hay Marías doradas como la de la Iglesia de San Nicolás de Bari y las hay sencillas), sino por la radiante presencia de María.
Cuando alguien compra un original impreso de su obra pide que le den un buen lugar. Así que luego, le mandan fotos de las obras, cuidadas, bellamente enmarcadas. Ese mismo cuidado es el que también se encuentra en las lujosas ediciones de libros y cartas que edita Valdéz.
En el caso del Libro de Oro (con 200 páginas acartulinadas para pintar y meditar los siete rayos, los arcángeles y demás contenidos), la calidad de las hojas permite pintarlas con pincel, acrílico, fibras, fluor… sin dañarlas. Las cartas, que también sirven al trabajo interior a través de la imagen, el color y la palabra son: Las cartas del Emperador, Luz de San Patricio, Semillas de Luz, Luz de San Jorge y Voces Maestras, de reciente edición.
Pensar que antes se podía considerar «loco» a quien creara un dibujo no pensado, no condicionado por ideas mentales; sino que surge desde de un estado de paz, canalizado; pero es hora de que se reconozca al dibujo psicográfico, como un arte en sí mismo.
En el trabajo de sanación para pintar con colores, Elena Valdéz tiene un sistema de trabajo integral mente, corazón y mano. Por ejemplo, se comienza eligiendo un número de una carta del 1 al 56.
A partir del contenido textual y la imagen de la psicografía, con la mente haces el autoanálisis del mensaje, en un trabajo interior de autoconocimiento. Luego, es sentir con el corazón al co crear el dibujo de estos mensajeros, de estos círculos de luz que suelen acompañarlos (hecho ahora por uno mismo), y recibir un mensaje que se suma -en significado- al que ya trae la psicografía elegida. En ese gesto, pasado por el corazón, la mano lo integra todo en un movimiento.
Conectar con tonalidades, despierta nuestros colores dormidos, despliega su energía al pintarlos.
Además de los círculos de luz (como los orbes que aparecen en fotografías del cielo, en la naturaleza, sobre las cabezas de algunas personas, en reuniones, en fiestas familiares…), también Elena pinta peces, casitas para los nuevos niños que están naciendo… Niños del arco iris, que saben de la energía color. Son pequeños maestros, mensajeros de lo nuevo hacia la paz.
Actualmente, que necesitamos tanto estar atentos y expectantes, la psicografía 41 dice: “No te distraigas. No tengas fugas mentales. Anula todo lo que te distrae. Somos imanes de atracción. Si estamos vibrando bien, nada negativo puede acercarse. Tenemos el poder de calificar y dirigir la energía”.
Años antes de pandemia, viene con insistencia el numero 20 a Elena, de tal modo que decide organizar encuentros los días 20 de cada mes. Lo hace por años, a gratuidad. En una nutrida reunión para trabajar con las psicografías, tras agradecer que hayan venido de tan lejos, pregunta:
¿Quién compró agendas 2020? ¿Quién programó eventos y viajes? Mientras más de la mitad de las personas iban levantando las manos, les digo: nadie va a hacer nada de esto… Pero no se preocupen. Es algo que le ocurrirá a la humanidad, pero todo se va a acomodar. Nadie olvida aquella reunión, a las puertas de la pandemia.
En su último libro, La semilla, se refiere a doce semillas de conocimiento metafísico. Luego, ha vuelto nuevamente hacia su interior. Hay situaciones que suceden calladamente, como cuando canaliza un dibujo para la pureza del alma de una persona, acontece una impregnación silenciosa, una energía que recibe la persona en ese momento.
Se ha dicho mucho sobre los aportes del arte y el color y como pueden colaborar en sanar. Elena también ratifica esta mirada al brindar talleres de transmisión, autoanálisis y sanación en la Argentina y Perú, de los que ha pasado la treintena sobre La huella del bendito Ser, Los corazones de María, El octavo cielo, La estrella, La semilla, El renacimiento del niño interior.
Como humanidad, es importante que la gente conecte con el color desde el arte. Es una presencia vibrante y luminosa, como la buena música. Es vital que se propague ese aporte de belleza, amor y sanación al mundo; desde el arte. Como maestra de nivel primario, Elena sabe de lo importante de la educación en los niños. También en los adultos, desde su niño interior.
Tener vigente ese estado de pureza, desde el corazón, sin edad… “La misión es la misión de todos, venimos a sanarnos y a sanar. Los ángeles nos ayudan a hacerlo”.
El libro de metafísica para niños, es un acercamiento el mundo angélico, con sencillez y juegos. Una situación posible, es la de proponer a los chicos: Hoy es domingo, para salir nos ponemos -como en un juego imaginario- la capita azul del Arcángel Miguel.
Los colores sanan el Alma. Es importante ser conscientes en el uso del color. De que colores nos rodeamos, nos vestimos. ¡No más el luto en la calle! Hay colores que irradian otra vibración. Si se está muy habituado al color negro, vestir con algún accesorio de otro color. Lo mismo con las tonalidades de gris y marrones… minimizarlas.
Usar los colores del arco iris -en todos sus matices- cambia el estado de ánimo y lo que se aporta al entorno. Ni aun en estos meses en que atraviesa el duelo de su marido; viste de negro. Se da una vez al mes una acción en pos de la alegría, sale de estar tan hacia adentro y va a recorrer un museo, como el día de esta entrevista.
Por todo esto, es que anhela tanto llenar de color la Plaza San Martin en Retiro. Exponer allí; rodeando ese bello gomero añoso, no por cuestiones de ego, sino para facilitar el acceso al arte y a su luminosidad. Al transeúnte, a quien no va a galerías de arte o no lee libros, a quien se encuentra en situación de calle, al turista, a los trabajadores o vecinos de los edificios cercanos: Colores, de un arte en presencia… como mensaje de paz, de esperanza y sanación para todos.