Semana de la tierra, presentación de poesías y canciones en UCU. Pongo mi oreja a la tierra. Antología poética de Ana María González
El lunes 22 de abril, Día de la Tierra, a las 20 hs., se presentó mi poemario, en la Sala Bari de la UCU. Me acompañaron responsables del Espacio Editorial UCU, familiares, amigos y el cantautor Antonio del Río.
Hace casi diez años publiqué mi primera antología Palabras al vuelo (editorial Dunken), esa vez lo hice con ansiedad y apuro, especulando que en más o menos cuatro años repetiría una publicación. Nunca dejé de escribir, pero siempre aplacé el proyecto, en parte por desconfiar de mis textos, también por pensar en enviarlos a certámenes donde el premio fuera la edición gráfica o porque me surgía alguna demanda o plan familiar y resignaba los recursos ¡Es muy caro publicar!
Esta vez ganó mi optimismo de poeta, y el año pasado me fui hasta la Frater, allí Cristian Rougier y Julio Vega, en el Espacio Editorial UCU, vieron los textos, me escucharon y acompañaron con sugerencias. La bella Cristina Deangelis fue quien me empujó a publicar y escribió una devolución luego de leer el borrador que le pasé, elegí sus palabras para el prólogo porque me encantaron. Desde el espacio editorial me preguntaron si a la tapa me la diseñaban ellos o tenía alguna idea. Les mostré varias de mis pinturas que hago en el taller de Agmer de los martes con el profesor Walliz Valdez y los editores eligieron Rupestres. A esa pintura la hice con emoción de recuerdos de viajes por los valles Kalchaquíes. Entre los acrílicos cálidos surgen los suris, loros, víboras, ranas, chamanes, los bailarines que abren un ritual. Esa fuerza sagrada ascendente pervive en laderas o galerías pétreas, vasijas de cerámica en todas las expresiones de esos valles. Son huellas de nuestros ancestros pintadas sobre ocres y rojo, que hablan y pretenden mandonear sobre el contenido del libro.
Los poemas de la antología son de los últimos años, muchos pasaron por la lupa del taller Nosotros en el texto, dictado por Belén Zavallo y Manu Mántica, desde Paraná. El título asume la primera persona y un sonido gutural, un toque de tambor. En mi opinión Pongo mi oreja a la tierra quedó hermosa, es un homenaje a la madre tierra y sus paisajes, a la espiritualidad que emana de su fuerza, a los elementos: montañas, viento, agua, árboles, sierras, pájaros, animales, piedras, islas y por siempre río Uruguay y Paraná, nuestra esencia de habitantes de una gran isla que es Entre Ríos. También es un reconocimiento a poetas que le cantaron a la naturaleza diversa de nuestro país y a los antiguos, los pueblos originarios que han sido y son los verdaderos custodios de la armonía natural del planeta. Ellos eran sabios en el tratamiento y conocimiento de la tierra que nos hospeda, nosotros los del S XXI, los dueños del arado y las industrias, los milenials y ciber navegantes somos cómplices de las heridas o cicatrices…En nuestra soberbia rotulamos, valoramos a los otros seres sólo cuando los perdemos o advertimos amenaza de extinción, llegamos tarde a casi todo, hemos olvidado la lengua de la tierra, sus colores, olores, sus sonidos, su tersura y asperezas, su silueta y armonía. Los poemas que escribí son parte de una búsqueda interior de raíces propias y colectivas que quise registrar en lenguaje poético.
Presentación en una sala donde duerme la literatura entrerriana
En la noche del 22, en primer lugar, agradecí profundamente a Cristian Rougier y Julio Vega, responsables del Espacio Editorial UCU, quienes con amorosidad y respeto acompañaron el proceso de edición y sabiamente propusieron el Día de la tierra para la presentación y prestaron un espacio lleno de magia como es el aula Bari. Me emocionó regresar adonde cursé algunas materias del Postítulo Cultura y Civilización Italiana dictadas por la universidad de Bari, observar fotos hermosas de ese lugar donde en 2002 en un contexto de crisis económica, deseé conocer. Con los años la literatura y el Premio Nósside de poesía me dieron la oportunidad de estar cerca de Bari, en Reggio Calabria, lo que fue realmente un hecho extraordinario. También recordé las capacitaciones a las que nos llevaba el inolvidable profesor Jorge Díaz Vélez, en la sede de UCU, en mis épocas de estudiante. Luego fue el comienzo del acto de Presentación mediante un video conciso y bello que desde la institución preparó Luciano Barreto, emoción del reencuentro con quien fuera mi alumno hace tiempo. Posteriormente escuchamos una breve bienvenida del Prof. Julio Vega quien nos recordó algo que erizó mi piel, un listado de personajes ilustres habían morado en ese preciso lugar ya que fue dormitorio del antiguo internado. Eran muchos y aunque emocionada, registré nada menos que a Carlos Mastronardi y Arnaldo Calveyra ¡Qué extrañamente ocurren las cosas!, de pronto mi librito y todos los presentes flotábamos en un clima de pura belleza y literatura de la más encumbrada de la provincia. Para continuar Julio presentó a Cristina Deangelis, mi cómplice en esta decisión, quien a su vez comentó algunos puntos de mi trayectoria literaria. Luego fue la lectura del prólogo de la antología, autoría de Cristina, mientras alternamos lecturas de poemas y así finalizó la primera parte. En la segunda parte intervino la voz y guitarra del maestro Antonio del Río que presentó Solo el río y yo, una canción que compusimos juntos y otras canciones que hablaban de los que los uruguayenses tenemos en común: el río y sus riberas, la feliz custodia de un faro con forma de virgen, la Stella Maris…Una ciudad con faro no duerme ni se apaga…esa luz, esa magia estuvieron presentes en el encuentro de la sala de Bari, también sala de poetas. Familiares, amigas de utopías, amigos del taller de pintura, de las canciones y las letras me acompañaron. Al menos así lo sentí yo, que hubo mucha y abundante luz en el cariño de los saludos y en el disfrute de la escucha, en los diálogos y fotos posteriores.
Debió ser la magia de la brevedad y la concisión propia de la poesía o la belleza de las canciones que nos acercan vivencias en escenarios de nostalgia y paisaje, ambas dan tiempo a pensar: un tiempo divino que nos humaniza aún en períodos difíciles, donde en el mundo entero se aplica la consigna de Plauto: homo hominis lupus (como si Pandora hubiera elegido justamente este tiempo para concentrar su liberación de males…en realidad siempre lo estuvieron pero a veces se juntan y desenmascaran obscenamente). Pero soy optimista, por eso parí mi segundo libro entre incertidumbres, también mis tres hijas crecieron entre las debacles del 2000. Ayer fue el día del libro que es un antídoto para espantar la ignorancia pero también contra la tristeza y la injusticia. Se curan males estudiando, leyendo, deglutiendo cultura: la consigna es leer sea solos o compartiendo también cantar, hacer teatro, pintar; encontrarnos en refugios verdes, junto al río, entre sierras ocres y lagos, selvas y cataratas, o entre paredes donde exista la calidez humana, moradas donde poder pensar, hablar lindo, largo y tupido…La poesía es siempre espacio de resistencia y reparación, es bueno tenerla a mano.
Contacto de Ana María González: gonzalezpontelli@gmail.com
Fotos de Pascual Pontelli.