Omero y la Ilíada. Los grandes libros: núcleo de nuestro pensamiento y cultura
Repasando La Ilíada
Omero: origen de nuestra literatura, visto desde nuestro presente según el Seminario de los Grandes Libros del Ateneo Mercantil de Valencia
Para intentar algunas coordenadas en cuanto a esta nota, debo comenzar destacando que su génesis se debe a una visita a mis nietos durante el mes de junio. Al ser mellizos y cursar en la misma escuela, su tarea escolar es la misma. Sucedió que en aquel momento los encontré estudiando para una prueba próxima. Su tema: La Ilíada y La Odisea.
Mi idea fue orientarlos con algunos recuerdos que supongo les fueron útiles. Simultáneamente estas remembranzas revivieron mí ya distante mirada sobre los héroes y mártires de aquella narración mitológica y tal vez histórica. También sobre su autor o acaso recopilador de los 16.593 versos clásicos. Al ensayar una nueva mirada de La Ilíada de Omero, primer libro conservado de lo que podemos llamar la civilización occidental, concluyo que resulta de utilidad rememorar como en aquellos días los griegos debían encarar la lectura.
El Profesor de Filosofía, Doctor Antonio Lastra, participa del Seminario Los Grandes Libros, dictado en el Ateneo Mercantil de Valencia. Este Ateneo, a pesar de tener un sentido mercantil, desarrolla un elaborado seminario literario centrado en esas obras que no podemos desconocer.
Para los griegos, recuerda, leer era más complicado y sobretodo más lento, que lo que es hoy para nosotros. No contaban con ese maravilloso instrumento del que nos valemos: el libro. Sus rollos de buen tamaño no eran fáciles de portar ni de manejar al intentar leerlos. Surge de esta condición la importancia que para los escritores clásicos tenía la primera palabra de una obra. Esta debía enunciar, realzar su carácter, impactando al lector de manera que esta percepción perdurara durante el resto de la lectura.
En el caso de La Ilíada y de acuerdo al Dr. Lastra, la primera palabra “menis” ha sido erróneamente traducida como “cólera” Esta acepción referida a Aquiles, la realza como una epopeya militar, una hazaña. En realidad, nos dice, se trata de lo que le ha sucedido a Aquiles, el notable guerrero que desiste del combate, que se niega a ser lo que es, un destacado guerrero. La traducción que correspondería a esa primera palabra, si bien genera un amplio debate entre los filólogos, sería otra. No es que Aquiles está enojado, si no deprimido, contrariado al serle arrebatada por el Rey su compañera, un botín de guerra. ¿No hemos llegado hasta Troya a luchar porque Helena nos ha sido arrebatada por Paris (príncipe troyano)? se pregunta Aquiles perturbado
Esa primera palabra sería en realidad mejor traducida como manía, palabra que sigue en el escrito y que se ha conservado en el idioma castellano con un claro significado. La conclusión entonces no es que Aquiles está enojado, si no deprimido o sumergido en melancolía. Al no ser estas, características veriles de un guerrero, el carácter de la obra que quiso ser heroico y marcial, se disipa. Cabe recordar, continuó el conferencista, que los griegos no separaban las palabras por espacios en blanco, sino según su sonido y que la primera palabra de una obra literaria era comúnmente su título. Probablemente no titulaban sus obras que eran conocidas por su primera palabra.
La traducción que más se aproxima al verdadero sentido de menis, esa primera palabra de La Aliada, es manía o depresión. Lo que se quiere trasmitir en términos de nuestro tiempo no es que Aquiles está enojado sino deprimido y resentido.
Dice La Aliada en su introducción:
μῆνιν ἄειδε θεὰ Πηληφάδευ Ἀσιλῆορ οὐλομένην, ἣ μςπί᾽ Ἀσαιοῖρ ἄλγε᾽ ἔθηκε, πολλὰρ δ᾽ ἰθθίμοςρ τςσὰρ Ἄφδι πποΐατεν ἡπώυν, αὐηοὺρ δὲ ἑλώπια ηεῦσε κύνεζζιν οἰυνοῖζί ηε πᾶζι, Διὸρ δ᾽ ἐηελείεηο βοςλή, ἐξ οὗ δὴ ηὰ ππῶηα διαζηήηην ἐπίζανηε Ἀηπεΐδηρ ηε ἄναξ ἀνδπῶν καὶ δῖορ Ἀσιλλεύρ.
Leemos la traducción al castellano:
Canta, diosa, de Aquiles el Pelida ese resentimiento [μῆνιρ, menis ] —¡que al haya!— que infligió a los aqueos mil dolores y muchas almas de héroes esforzados precipitó al Hades, y de sus cuerpos el botín hacía de perros y de todas las aves de rapiña, y el designio de Zeus se iba cumpliendo desde el primer momento en que se separaron, después de una disputa, el Atrida, caudillo de guerreros, y Aquiles que es vástago de Zeus. Ilíada
Se nos insta a escuchar no a leer La Ilíada, dado su probable origen oral. Existe la teoría hoy aceptada de que Omero existió y fue autor de las dos obras La Ilíada y La Odisa. Escritos que se intenta asociar, aunque son en realidad muy diferentes. Se ha desarrollado la idea de que ambas fueron convertidas en escritos a partir del mandato de un dictador, convirtiéndose en manual de educación de los niños griegos. Ante este resultado la obra sufrió altas críticas desde el punto de vista filosófico tanto de Heráclito como de Platón.
Lo que resulta evidente es que la herida que atormenta a Aquiles es la herida de todo ser humano. Es base de todas las obras literarias desarrolladas a partir de ese momento y en las cuales se busca sin resultado sanar esa herida que prevalece en la naturaleza humana.
La palabra menis según Ismaíl Kadaré, se destaca, designa un malestar profundo, prolongado, enfermizo, un estado de depresión, como se diría en nuestro tiempo. Para captar mejor esto, el escritor y ensayista macedonio, Premio Brooks y Premio Príncipe de Asturias Faul Konica nos muestra el paso de ese término al latín y en consecuencia a todas las lenguas europeas, en la forma tan extendida de “manía”, palabra que se encuentra en la raíz de decenas de otras, una parte de las cuales designan graves estados psíquicos.
La elocuencia del discurso de Omero perdura en nuestro tiempo, habiendo transcurrido nueve siglos desde la escritura de La Ilíada y la Odisea en el siglo VII. Obedece su permanencia a la universalidad de los sucesos y conflictos humanos relatados en ambos libros. La herida abierta de Aquiles en La Ilíada es la de la naturaleza humana. Desde entonces, la totalidad de la literatura ha surgido del anhelo, aunque vano, de lograr su cura.