
Antigua conferencia de Julián Marías en Buenos Aires
Hace muchos años realizó una de sus visitas a nuestro país el filósofo y escritor español Julián Marías, discípulo de José Ortega y Gasset. En esa oportunidad dio una conferencia que un profesor copió y guardó. Llegó tiempo después a mis manos. El título de la misma es el que figura al comenzar este trabajo. Recorro sus palabras y concluyo con ideas sobre las mismas.
Al finalizar el día, finalizada su jornada, las personas regresan a sus casas y en general, entran a sí mismas. Un tema común, desde el siglo XIX, ha sido la angustia. Ha recibido diversos nombres: angustia, desazón, congoja, agonía (la palabra agonía es lucha en griego), lucha, zozobra…pero el autor prefiere usar la palabra desasosiego. Precisamente el sosiego es algo que el hombre consigue por sí mismo, cuando llega a la calma. Todas estas palabras llevan a la conciencia de inseguridad. Así presenta la exposición.
El hombre de esta época está más seguro que el de otras. Las tecnologías, los adelantos de las ciencias y otros, quitan riesgos, peligros y azares…pero es evidente que aumentó el umbral de pretensión de seguridad. Su búsqueda lo aqueja. Vemos, entre otras cosas, la atracción extraña que ejercen las palabras plan y planificación, como sinónimo de eficacia y por lo tanto, de seguridad.
El autor entra de esta manera al tema y sigue con otro paso, la cuestión del bienestar. Desdobla la palabra “estar” y afirma que es estática, inerme y lleva al aburrimiento. Recuerda palabras de Ramón Gómez de la Serna: “Aburrirse es besar a la muerte”
Expresa luego, con claridad, que cuando se sabe ya lo que va a pasar…nada pasa, porque lo que pasa ya está previsto y por lo tanto de alguna manera, ya pasó (plan previsto) Se trata de advertir que se está eliminando un componente decisivo y sobrecogedor de la vida humana: el azar. Pone ejemplos muy certeros. Veamos: concurrir a una fiesta, puede dar como resultado conocer una persona que me hará feliz o desdichado toda la vida, el avión elegido es el que caerá esa tarde, una actividad simple y aparentemente sin importancia nos llevará a un éxito laboral no pensado… Los ejemplos pueden seguir y seguir. Pero, afirma que no somos el juguete de diversos azares, cada uno le da al azar la huella de un estilo, la forma de su configuración, de su personalidad. En la vida de otro, sin dudarlo, sería diferente.
Trata a continuación el tema de la felicidad. Esta no depende de falta de la angustia, ni del bienestar, ni de la economía, ni de la seguridad…Aún en condiciones muy negativas y hasta atroces, florece muy de vez en cuando y a veces con frecuencia, la felicidad. Se trata de conservar el sabor de la vida que a veces sabe bien, a veces sabe mal y a veces no tiene sabor. Él prefiere que sepa mal, con tal de que sepa a algo…tiene una preferencia por la vida sápida. Se refiere a la vida cotidiana, la de todos los días, la que regresa cada veinticuatro horas.
Afirma que la cotidianidad debe estar unida a la buena innovación, a la sorpresa, a lo creativo…esto es lo que lleva a la felicidad. Es andar buen y novedoso camino. No habla de la perfección, sino de aquel que alcanza su madurez y encuentra complacencia sabiendo las limitaciones: el amor de complacencia, en cada hora y en cada día. Él dice que éste, unido a una capacidad de apasionamiento, son las condiciones inexorables de la felicidad. Siempre apoyados en la convivencia y en la soledad, viviendo intimidad e imaginación.
Julián Marías recorre con su vista la ciudad de Buenos Aires, hoy CABA, y busca observar en ella las personas que disfrutan o no la vida. Creo que esto siempre es un buen ejercicio que nutre la aspiración de vida feliz. Su pluma es sagaz y culta, expresa los sentimientos, los valores, las costumbres y la cultura en forma clara y distinta.

Mabel Zanga
Es docente universitaria, investigadora categorizada nivel uno, extensionista y escritora. Nació en un pueblo pequeño de Pehuajó, un 11 de marzo. Es miembro de la CD de la SADE, filial Tres de Febrero.