
Se cuenta, más allá de que sea verdad, se cuenta que Paul Mc Cartney soñó Yesterday. Sí. Literalmente. El cuento cuenta que llegó al ensayo una mañana de 1965 y les preguntó a sus compañeros si esa melodía ya existía.
Escuché ésta historia el otro día, como al pasar, pero se alojó en mi cabeza.
¿Hubo un momento en que Yesterday aún no había sido escrita?
¿Antes de Beethoven a nadie se le había ocurrido el tatatataaaan?
¿Aureliano Buendía no vivía en Macondo antes de que Gabo lo contara?
Seguir el hilo de esta especulación inquietante lleva a postular que las obras están, en algún lado. Que esos monumentos son preexistentes porque simplemente no es concebible un mundo en el que aún no se expresasen. ¿Se imaginan no poder tararear la canción del torero de Carmen porque Bizet no la reveló?
Consecuentemente, el rol del creador, en esta hipótesis, no es otro que el de traerlas a esta dimensión, hacerlas visibles. No serían creadores. Serían médiums. Paul soñó Yesterday, se la encontró como un buscador de oro encuentra en su cernidor una pepita. De ser así, Yesterday se le reveló a Mc Cartney como la Virgen a las pastorcitas de Lourdes. Y nadie que no quisiese caer en apostasía afirmaría que las videntes crearon a la Virgen. Miguel Ángel no hizo otra cosa que desbaratar el mármol excedente del Moisés. Borges lo confirma: él vio El Aleph. Nonino respiró el aire del fuelle de Piazolla.
El punto de vista es alentador. Con suerte suficiente, cualquier rastacueros podría exhumar una obra imperecedera. Ya no es cuestión de talento. Es cuestión de tirar la red donde haya pesca. Se podrá aducir, nunca faltan los aguafiestas, que estos notables, inclusive desde este punto de vista, tuvieron el talento da saber dónde había pesca. Pero así y todo, hace más posible acceder a la iluminación a cualquier ciudadano de a pie. No es que Paul Mc Cartney es famoso por crear Yesterday. Yesterday lo hizo famoso al revelarse en el sueño. Como la zarza ardiente a Moisés.
Esta teoría nos ubica a todos nadando, algo ciegos, en un océano de maravillas. Nos da la esperanza, negada por la hipótesis corriente del necesario talento, de pegar un palazo y pescar una obra imperecedera, de esas sin las cuales es inimaginable el mundo.
Así que aquí me tienen, al borde del río, con mi cernidor, con más esperanza de ser tocado por la suerte caprichosa que por el inaccesible talento.
Imagen de portada: www.pentaxeros.com

Osvaldo Ruffo
Porteño devenido bahiense por elección hace ya 20 años. Físico por la UBA y docente en la UTN Regional Bahía Blanca. Hice cursos de periodismo científico para abonar mi gusto por la divulgación científica y mi verdadera vocación que es la docencia. Disfruto escribiendo relatos breves y muy ocasionalmente hago como que hago poesía. Participo en talleres literarios y desde hace algunos años tengo una cita mensual con los acogedores Cafés Literarios de la SADE Bahía Blanca, institución que ha tenido la generosidad de aceptarme como socio.