
“…. adentro no cabe adentro,
no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
los que me anuncian mi nombre».
Hugo Mujica, Orillas.
Se presentó el segundo libro de poemas de Mauricio Weintraub. Continuador del poemario de 2022, Interioridades, A orillas del silencio congrega poemas escritos entre 2018 y 2024.
La prosa de Weintraub en tanto hombre, padre, niño que fue, músico y psicólogo; música… Tal si la palabra fuera verbo, acto inaugural, obertura. Energía impulsora y coda, punto de llegada (si lo hubiera), para volver recorrer el viaje de la vida en octavas del ser en espiral.
Poemas de un viaje en el tiempo y fuera de sus confines, desde y hacia la música y a ese “algo” del silencio en uno y en todo, espaciando actos, surcando regiones. Paisajes laberinticos de afuera y de muy dentro, ora solitarios, ora serenos, tibios, cálidos de amor (ese que el autor sabe desde niño que traemos encarnado) para volver a la música.
Música como silencio creador y sonidos como trama y urdimbre del quehacer humano. Ese alfa y omega en la creación del universo y en el si mismo, como multiverso dinámico en sus pasos que igualan distancias, tanto hacia a la interioridad como hacia adelante.
El deseo y la pulsión de vivir todos los colores que somos, como salud, recorre cada hoja. Así, algo significativo (además de que la poesía para el libro extrañamente para el autor se vuelve palabra que le habla a él sobre él mismo); es que este libro nace de su propio sello editorial, Ediciones Pampa y cuenta con el diseño y sutil ilustración de Luca Benasso.
Las 90 páginas de A orillas del silencio, surcan la vida como acto poético y sus imagos, donde una espalda, sus curvas y sombras son presencia de ausencia y deseo vital. Un paréntesis sin nada dentro o un pulso en la oscura noche del Alma y el espacio, con uno y entre dos. Una pena de domingo, amarilla y otoñal, una brisa blanda donde ver y ser visto.
Un viaje acá nomas para ir donde estábamos, cerca y tan lejos, unos escalones abajo, en el sótano viscoso de una herida, ciénaga que hunde si es ignorada y que, en el movimiento de habitarla, salva. Como el amor antes de amar, como el sol y su inesperada frescura. Belleza, también inesperada y omnipresente, como el nombre de una mujer, un brote en la huerta y el silencio de estar en lo cotidiano, en el bosque y el mar, en Uruguay, Argentina o alguna calle de España, goteando el instante.
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